Por Jesús Olivas Figueroa
La hora exacta nunca la sabremos, pero se dice que eran las 14:45 horas cuando Hermosillo se pintó turbulento, la hora, los minutos, a quien diablos le importa, si aún pasando las 24 horas luego de la tragedia más lastimosa de la...
historia de la entidad, nos despertamos suplicando a dios que solo fuese una cruel y despreciable pesadilla; Pero no, el monstro seguía ahí.
Vivíamos en plena efervescencia de la jornada electoral que a la postre terminaría con la imbatibilidad priista en las urnas y por primera vez un gobernador emanado del PAN tomaría el timón de Sonora y su primer compromiso, su primera promesa, no la ha cumplido, la justicia que pregonó, se escondió, como por arte de magia, la desapareció.
Guillermo Padrés espetó que los niños muertos en el incendio que sentenció el inicio de una de las escenas más trágicas, tristes, reprochables y calantes, descansarían en paz, su mano justiciera alcanzaría a los culpables, castigaría a los que olvidaron las responsabilidades por la riqueza económica, pero no, su justicia se perdió en el túnel de la ambición desmedida, y en lugar de cumplir su palabra, decidió hincarse ante los intereses de los ricos implicados en el caso.
La turba salió desde la colonia Y Griega, solo algunos pasos de la guardería mundialmente famosa, exactamente en la Mecánicos y Ferrocarrileros, se contaron por miles, la cantidad exacta no importa, las centenas de corazones que palpitaron al mismo son, nos demuestran una vez más que ante una desgracia de tal magnitud, los hermosillenses se unen, y gritan, exigen, suplican justicia.
Retumban las campanas de Hermosillo, en cada sonar va un alma inocente, llora un corazón lastimado, el alma de los padres vuelve a extrañar, el ciudadano común se encabrona por la fallida justicia, retumban las campanas de Hermosillo y los culpables no se subliman, el dolor ajeno es eso, ajeno, la falta de un hijo, es nada.
La marcha crece, se alinean más seguidores, más ciudadanos que ya están hasta la madre de tanta mierda, de tanta indiferencia de un gobierno que le sigue apostando a la históricamente memoria delgada del mexicano, pero ABC, nunca se olvidará, y cómo, si en el recuerdo está un inocente, un niño, un hijo.
Las clases sociales se mezclan, la alcurnia se olvida por una tarde, las diferencias económicas se pierden en un solo llanto, ese que salpica las heridas que dejó el incendio, la muerte de quienes no debieron morir.
El recuerdo de cada uno de ellos cala, hiere y lastima a cada persona que camina con los padres al lado, la marcha de la justicia volvió a brillar, en cada paso, en cada consigna, ahí, estaba cada uno de esos 49 infantes que sucumbieron espantosamente gracias al sistema mexicano que transita en franca violación a los derechos humanos.
Te has puesto a pensar que pudo haber sido tu hijo?, o tu sobrino, hermano, qué se yo, es muy y triste escribir estas líneas, aquella tragedia trasgredió los hilos más íntimos del alma humana, cuarteó los corazones más fuertes, hizo llorar a los más machos, y es que una desgracia como ésta, termina por ser inhumana.
A lo largo de estos cuatro años ha habido frases vastas, pero la que todos recuerdan es la que esbozó el ex gobernador Eduardo Bours, “Duermo como un bebé”, dijo, luego que le cuestionaron sobre la tragedia.
La pérdida de sus hijos jamás se la retribuirán, sus rostros desencajados, sus miradas perdidas, sus lágrimas, todo nos indica que viven, pero nunca olvidarán, eso jamás, no está permitido para nadie, aún y llegue la deseada justicia, el acto es imperdonable.
Cuatro años han pasado, cuatro años donde la justicia no ha llegado, donde las justificaciones de las autoridades han herido de muerte a los más fuertes corazones, donde peritos han ido y venido, especulaciones han transitado los medios de comunicación y las pruebas que sentencien a los culpables, nomás no llegan.
Llora padre de Yeye, exige madre de Santiago, a Aquiles órenle desde el alma, sí, extrañen padres de Carlos Alán, rueguen justicia familiares de Ximena, sí, recuerden con amor a todos y cada uno de ellos, su partida fue prematura, su muerte injustificable, su recuerdo suplirá su ausencia, no, nunca, la herida no sanará.
LISTO!!! Pórtense bien, dios los cuide, bendiga y proteja.
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